Abril robado


           Fue escuchando a Sabina, entre soledades e insomnios, cuando entendí que me habían robado el mes de Abril; decidí rescatarlo dónde todos los abriles perdidos van a parar.
             Lo reconocí desde el primer instante, entre muchos otros, resplandeciente, tapizado en tulipanes y  narcisos. Me descubrió, entregándose de nuevo a todos mis sentidos, bañándome en perfume renovado.
            Caminé junto a él, rodeada de alfombras tejidas por pétalos de mil colores. Kilómetros inmersa en la ruta de las flores, lo reconquisté en los campos rojizos de amores eternos y en los amarillos de amores descarados. Rescatado, solo quedaba agradecer al jardín holandés de los abriles perdidos su dulce cuidado, prometiendo proteger a mi mes de Abril de ese malicioso ladrón que es el desamor.

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