Pensó



            Pensó. Hacía mucho que no lo hacía, su cátedra de honor en la materia "No al pensamiento" le había dado la habilidad y la destreza suprema de no pensar. Vacía su mente, sus sentidos agudizados registraban incluso lo imperceptible, pero el aprendizaje impuesto de años y la eficacia del chip anulaban en instantes todo pensamiento. Se limitaba a caminar, sonreír, y a entablar constantemente las únicas conversaciones que el ser ahora tenía permitidas:
            - Buenos días doña Sofía- le sonreía a su vecina.
            - Buenos días, Alicia, ¿todo bien?
            - Todo va perfectamente bien.- le respondía autómata entonces ella.
       Más allá de que todo iba maravillosamente bien no se profundizaba, no se permitía y no se sabía. Bien, todo tenía que marchar en orden y bien. Así el mundo estaba organizado, y todo funcionaba. El pueblo muerto, con hambre y sueño, vivía en armonía gracias a los maravillosos chips. La memoria solo establecida a corto plazo, permitía que la aparición extraña de cualquier dolor o angustia innata al ser, si escapaba a la eficiencia del programa "No al pensamiento" y al chip, quedaba obsoleta y olvidada, pues todos y todas eran incapaces de mantener recuerdos.
            Era imposible amar y ser amado, odiar, pelear, superar; pero sin la conciencia de esta necesidad, todo funcionaba estupendamente bien. En el autobús todos y todas con asientos asignados, se saludaban cada día antes de iniciar sus labores establecidas:
            -Buenos días don Arturo.
            -Buenos días Alicia, ¿todo bien?
            - Todo va perfectamente bien.
            Ella era de una las expertas nacionales en "conversación", como profesora enseñaba estas palabras por toda
la ciudad y evaluaba a sus alumnos en las diferentes entonaciones que debían utilizar. Los libros de lectura recomendados, con un único párrafo, eran repartidos y obligatorios en todas las familias.  La radio no existía y solo coches funcionales circulaban por las calles perfectamente alineadas y organizadas repitiendo una y otra vez:
             -Buenos días pueblo.
             -Buenos días- respondían todos y todas al unísono- ¿todo bien?-
        Y el gobierno a través de las palabras permitidas, con su único canal de información les respondía:
             - Todo va perfectamente bien.
            Pero esa mañana pensó. Con sus sentidos agudizados, sintió que el calor de ese día era extremo, y pensó que descansar bajo un árbol a la sombra aunque fuesen unos instantes le sentaría bien. Se asustó. No era posible, el mal del raciocinio, había sido finalmente exterminado en guerras anteriores. ¿Cómo subversivo podía aparecer de nuevo?; entonces pensaba, discurría sin parar porqué, y temblaba de miedo porqué estaba pensando. Blanca por el pánico, tuvo que fingir en su siguiente conversación, cuando uno de los guardias entrenados en el cumplimiento del no pensamiento se dirigió hacía ella:
            -  Buenos días guardia.
             - Buenos días señora, ¿todo va bien?
         Y ella siendo experta y letrada en estas palabras, no tuvo dificultad en disimular y contestar con el tono adecuado:
            - Todo va perfectamente bien.
            Enseguida supo, entendió, consideró, concibió que el guardia jamás pensaría que ella le pudiese estar engañando. Aún confundida, se escondió en su casa cuadrada, blanca, modesta, y esperó morir. Sintió, que quizás, había llegado su hora y por eso pensaba de nuevo. Pero no moría, al contrario recuperaba y se avivaban sus secuestrados recuerdos, aún sintiendo el chip en su hombro derecho, todos ellos se agolpaban desordenados en su mente. Rememoró su familia, su despacho en la universidad de Filosofía, las manifestaciones, las barricadas, su hijo preso, la intervención, las últimas canciones por la lucha y la dignidad. Evocó su anhelo de libertad y recordó los rostros de aquellos que con su poder querían reprimir. Entonces escuchó de nuevo con claridad, desde su más interior,  la voz del locutor de RNE que de madrugada, aquella noche, anunció que ya habían ocupado la costa, que todas las conexiones con las localidades junto al mar se habían perdido. Después su voz se apagó junto al estremecedor golpe en la puerta. Cuando despertó, aquel hombre la estaba mirando:
            -Buenos días Alicia...

            Ahora, consciente de todo, pensó que más gente como ella estaría lúcida y oculta, fingiendo sus propias enseñanzas. Entendió el plan atestado contra los pueblos aquel lejano 2012, cuando bancos y gobiernos anunciaron el fin. Pensó y pensó, hasta caer extenuada en sueño. Solo despertó sobresaltada cuando sonó el despertador y su marido sonriendo la miró diciéndole:
            -Buenos días Alicia...

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