Briançon



          Me apasiona practicar el fisgoneo cuando la nieve impera todo un día. Un paseo al anochecer en Briançon, la ciudad más alta de Europa, acrecienta mi querido don de la curiosidad.
           La preparación para tan deseado paseo, es esencial: botas de montaña, guantes, gorro, crampones, polainas...Una vez equipada, escapo del murmullo del apartamento y me escondo en las blancas calles, donde reina el silencio más absoluto. Camino arropada por miles de diminutos copos de nieve, y me divierto con cada huella que dejo atrás y que en breve será cubierta y borrada.
        Infiltrada en la noche, husmeo tras las refinadas ventanas francesas. Observo a familias completas iluminadas por el televisor, a madres ensimismadas en lecturas plácidas y solitarias, a solteros retardados trabajando en sus cocinas...Deleito mi imaginación pegando mi afinada nariz en sus ventanas, y sin que me vean, construyo en mi mente como es su vida. Fantaseo dulcemente durante horas. Sin invadirles, les robo todos los instantes de su anochecer, para más tarde, con mi curiosidad bien satisfecha, escribir completamente inspirada, bonitas historias de vida.

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