El vals de la perfección.

        Relato seleccionado para el libro "Relatos para Amanat"     
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 Cuando introdujo su viril miembro de plástico en mí, ya hacía tiempo que me mecía entre las sábanas bañadas. Que estuviera sobre mí extendida, permitiéndome besar sus rosados y dispuestos pechos, provocaba en mi cuerpo la pérdida absoluta de límites y fronteras. Con el don de difuminar todas mis cavidades, consigue aquello que le deleita: empujar su juguete preferido, cada vez con más virulencia buscando el fin de mi interior. A mí me gusta su fuerza, y a ella le gusta el dulce y constante tintineo de mi lengua en la punta de su pezón. Con este vals, rozamos la perfección, reteniendo en cada movimiento el orgasmo que siempre nos envuelve.

            Por eso, atrapada en estos cómplices delirios, no me importa que su marido, con su excitado viril miembro real, nos mire siempre desde el sofá que hay en el ángulo izquierdo de la habitación. No me importa ser a veces una, otras dos, y tantas veces tres. Ni me doy cuenta de que yo, soy la encargada de llevar a sus hijas a la escuela.

            Nada importa, porque todos los días, sobre las ocho cuando llego a su casa unifamiliar acomodada, la encuentro preparando la cena, esbelta y deliciosa con la blusa siempre semiabierta.